“Señor, gracias por este bello amanecer que nos permites vivir, por amarnos, por tener siempre tu brazo extendido para nosotros. Hoy levantamos nuestro corazón y nos tomamos de tu mano, porque comprendemos que eres Tú, el que nos da las fuerzas para seguir adelante, eres nuestro refugio y fortaleza, por eso te bendecimos y te alabamos. ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehovah de los Ejércitos! Nuestra alma anhela y aun desea ardientemente los atrios de Jehovah. Nuestro corazón y carne cantan con gozo al Dios vivo ¡Bienaventurados los que habitamos en tu casa! Continuamente te alabaremos. ¡Bienaventurados los que tenemos en Ti nuestras fuerzas, y en cuyo corazón están tus caminos!. Amén
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